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El viaje a Viricota Pt. 2 "Leunar"

  • Foto del escritor: Alexa
    Alexa
  • 9 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

Real de Catorce hoy en día es un pueblo mágico ubicado en el Estado de San Luis Potosí.

Los huicholes logran verlo en el fondo de una cañada y llegan cruzando un largo y polvoriento túnel. Acaba de celebrarse la fiesta de San Francisco, los huicholes con los brazos cruzados sobre el pecho no descargan sus canastas; a una hora de distancia se encuentra Leunar, la morada de Tamatz Kallaumari, el sitio sagrado por excelencia.

Hay un corto tiempo de espera en Real de Catorce por lo que algunos aprovechan para comprar velas, chocolate o pañuelos y una hora y media más tarde, como dicta la costumbre, los huicholes forman una fila y con los brazos aún cruzados continúan a pie su viaje.

Leunar es la meta de la peregrinación de los huicholes, pero no todos llegan a un punto intermedio entre Real de Catorce y Leunar, Cerro Quemado, ni siquiera a la meseta de Viricota situada a 5 horas de distancia. La mayoría se queda en los llanos bajos, en Tzinurita, donde también abunda el peyote, pero no hay huichol que por lo menos una vez en su vida, no se sienta obligado a dejar sus ofrendas en la morada de Tamatz Kallaumari.

Los peregrinos caminan durante dos horas para llegar a lo alto de Cerro Quemado, donde primero dejan ofrendas; flechas, flores de maíz, velas y una cabeza de venado disecada. Riegan sangre, entonan plegarias y el Maracame se apresura a soplar y limpiar el cansancio, los pecados y las enfermedades.

Terminado esto, descienden a la meseta con el atardecer de frente por un camino delgado que forma parte de las faldas del cerro. Cuando el sol cae han llegado al lugar sagrado; el maracame más viejo moja una flor en un charco y le da de beber a cada uno. Entonces acampan.

A menos de 100 metros florece el peyote, los huicholes descargan, empuñan sus machetes y cortan ramas de hojasé y de gobernadora para alimentar la hoguera ritual.

El gobernador ordena que se junten todos los objetos de culto; murieris de plumas, flechas, una cabeza de venado, jícaras, botellas con sangre y agua de la laguna de Chapala y de las cuevas de Tecata. La hoguera perfuma el ambiente permitiendo que los huicholes descansen 4 o 5 horas, platiquen y rían.

Al amanecer se preparan las flechas mientras comen el desayuno, al terminar, cargan los cestos, las ofrendas y forman una fila. Cruzan una pequeña loma y se encuentran en Viricota. Una persona saca el tabaco y lo humedece en una jícara junto con unas hojas de maíz secas (totomoxtle), hace unos bultos con tela y se los entrega a los peyoteros diciendo:

- Aquí les entrego el tabaco sagrado. El corazón del Fuego. Él sabrá guiarlos hasta donde se encuentra escondido nuestro Hermano Mayor, el Bisabuelo Cola de Venado.

Los peyoteros sostienen el hilo de los bultos con los dientes y se sienten protegidos de serpientes, alacranes y diablillos ocultos en la maleza.

Tatevarí Maracame señala cinco veces hacia un lugar de la mesa y lanza una flecha, ha encontrado el primer peyote.


Si quieres conocer más acerca de este ritual puedes leer:

En la tierra mágica del peyote de Fernando Benítez. (2013)

ISBN: 978-968-411-634-1




 
 
 

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